¿Cómo ha vivido su fisura una chica que hoy tiene 15 años?

¿CÓMO HA VIVIDO SU FISURA UNA CHICA QUE HOY TIENE 15 AÑOS?  Ella misma nos lo cuenta…

             Nací el 26 de agosto del 2000. Mi nacimiento no fue el día más bonito de la vida de mis padres, aunque me esperaban con ilusión y cariño.
No lo fue porque yo no era como cualquier bebé. Nací octomesina, pesaba 1, 800 kg y tenía una fisura en el paladar blando y conato de labio leporino. Esta malformación palatina daba lugar a una micrognatia, una desviación del tabique nasal y los dientes canteados y no muy rectos.
Todos estos problemas derivaban en la necesidad de cuidados médicos en la unidad de neonatos y dificultades para comer.  Según me contaban mis hermanos, era muy pequeñita, estaba rodeada de cables y cuando venían a verme era siempre a través de un cristal, como a los presos en las películas.
Mi madre tuvo que aprender a alimentarme mediante una sonda, y lo pasó mal porque iba con el miedo de equivocarse y hacerme daño.
Con siete meses tuvo lugar mi primera operación quirúrgica, la del cierre de la fisura palatina. El cirujano lo hizo realmente bien a pesar de la dificultad que suponía que yo fuera tan pequeña. De hecho,  hasta entubarme fue complicado.
Actualmente he pasado por seis operaciones y no  puedo estar más agradecida a todos esos grandísimos  profesionales, el equipo médico que las llevó a cabo.
A los tres años empecé a ir a la consulta de una logopeda que me ayudó hablar con corrección. Acudí durante tres o cuatro años. Gracias a ella, hoy en día no presento dificultades en el habla (de hecho no  me callo ni debajo del agua). Lo que más me costó era pronunciar la «r», por lo que me sé de sobra que el perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado.
La verdad es que este proceso lo he vivido de manera muy natural y en ningún momento he sentido miedo o nervios frente a las operaciones. Esto se debe a que en mi familia esta situación es tratada como algo normal y no exageramos las cosas.
Mi madre nació también con fisura palatina y conato de labio leporino, y ha hecho una vida normal, es valorada en su profesión y ha formado una familia genial junto a mi padre.
Esto hace que yo no me sienta diferente en mi familia ni vea tener una fisura labio-palatina como algo que me impida tener una vida normal y llegar lejos en esta.
Con los amigos no he tenido nunca problemas, puesto que la naturalidad con la que trato yo mis temas médicos se la traslado a ellos, por lo que también me encuentro muy a gusto en mis círculos de amigos. De hecho, en mis dos últimas operaciones vinieron a verme todos mis compañeros del instituto y me trajeron un montón de regalos al hospital.
Para concluir, me gustaría instar a los padres de niños con este tipo de patología a que no dramaticen la situación, pues sus hijos son normales y hay que tratarlos como tal.
Por ejemplo, a mi madre de pequeña le costaba pronunciar el sonido «k». Mi abuelo, lejos de sobreprotegerla, en vez de pedir por ella la Coca-Cola cuando iban a un bar, le decía que se la tenía que pedir ella misma. Así, cuando fue adulta y se presentó a las oposiciones, no tuvo problemas ni vergüenza en el examen oral aunque no pronunciara bien algunas palabras.

Fdo.M.C.R